Los dos niños estaban vestidos y listos para el gran suceso. La emoción inundaba sus rostros y hablaban sobre un solo tema:¡Su padre les había prometido llevarlos al circo esa misma tarde!

Después del almuerzo el papá llegó a casa y rápidamente se vistió con ropa más informal. Justo cuando los tres estaban a punto de salir de la casa, sonó el teléfono.

Los chicos escucharon a su padre hablando con la persona del otro lado de la línea. Poco a poco, comenzaron a cambiar el rostro. Obviamente era una llamada de negocios. La desilusión inundó la habitación como una oscura nube. La madre también escuchó la conversación y pensó que el cambio de planes era algo inevitable. Entonces, para sorpresa de todos, escucharon a su papá decir:

– No, no iré. Tendrá que esperar hasta mañana.

Colgó el teléfono y les dijo a los chicos que lo esperaran en el auto. Al acercarse a su esposa para darle un beso de despedida, ella sonrió, y atemorizada de que su esposo hubiera tomado la decisión equivocada, le dijo:

-Sabes muy bien que el circo siempre regresa.

A lo que su esposo respondió:

-Sí, lo sé, pero la niñez no regresa.

El tiempo vuela con demasiada rapidez. Disfruta a tus hijos ahora.

Salmo 127:3
Los hijos son un regalo de Dios;
recompensa suya son.