Mi marido estaba en un vuelo comercial y cuando estaban cerca de su destino, la voz del capitán se escuchó a través del altavoz trayendo malas noticias – “Una persona ha muerto en el avión.”
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Conmoción e incredulidad fueron las primeras reacciones de los pasajeros. Cuando todo el mundo miró hacia atrás, vieron al hijo de un hombre muerto sollozando su duelo en silencio, aguardando solo con el cuerpo de su padre en sus regazos al final del avión.
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Mi esposo, sabía lo duro que esto era para el joven, pues mi esposo justo el año pasado había perdido a sus dos padres.
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Una vez superado el shock inicial de la noticia y lo que estaba sucediendo en el avión se levantó y pidió a la azafata  un recipiente vacío y se fue a cada uno de los pasajeros y les pidió de cualquier expresión de amor para el joven afectado. La mayoría de la gente dio dinero.

Otro caballero se levantó con otro recipiente vacío y le ayudó, ya que el primer contenedor se había llenado.
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El torrente de ayuda era conmovedor, fuese cual fuere lo que se recolectara era aceptado. Mi marido y el otro caballero fueron directo al lugar donde estaba el difunto y le entregaron lo recogido al doliente hijo.
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Mi esposo me dijo más tarde que un par de lágrimas corrieron por sus mejillas mientras pasaba por la cabina. Él se sentía identificado con el joven y su dolor, al mismo tiempo estaba impresionado por la bondad de los pasajeros y la forma en que se reunieron para ayudar.
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Hasta el día de hoy, mi marido aún recuerda vívidamente la reacción de aquel joven, la expresión que fue impresa en su rostro y las lágrimas de gratitud cuando fueron a darle las expresiones de apoyo de parte de los pasajeros.
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No era el valor material de las cosas, pero el simple hecho de que extraños se preocuparon por ser una fuente de fortaleza para alguien que ellos no conocían.
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Romanos 12:15
Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.
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Romanos 15:2
Cada uno de nosotros agrade á su prójimo en bien, á edificación.
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Lucas 10:27
Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y á tu prójimo como á ti mismo.